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domingo, 8 de diciembre de 2013

Abrazador



Las huestes del infierno

ya se dejan ver

tiñendo de rojo

el horizonte,

tiemblo al intuir el amanecer,

al verme asfixiado

por el aire hirviendo,

tirando el pesado carro

recibiendo el castigo

del látigo

en mis llagas de fuego.

Tiemblo.

El patrón atrapado en la coyuntura

que no quiere saber,

el aire acondicionado y el champán con hielo,

la cerveza helada y los abanicos,

y el sol que seca mi sangre.

La rutina que evapora la esperanza,

que deja mi cuerpo como el sudor,

lentamente me canso

hasta de sentir dolor,

el asfalto que

calcina mis pies, abrazador

se convierte en ripio,

el sol se va

con su maléfico plan

cumplido.



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