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lunes, 22 de octubre de 2012

Ciber-soledad


Los quejidos naturales de mis mañanas
llegan justo a tiempo.
La soledad a ampliado sus dominios,
llega a mi en nuevos valietáles,
con el campo de acción agigantado.

Nos sentimos solos en esta ciudad,
donde hay millones.
Floreo mi soledad x el cyber espacio,
nadie se interesa x mi oferta,
""" se aparta de su crueldad.

Cada vez nos cuesta más compartir,
nos educan en egoísmo,
idolatramos la abstracción y el consumo,
mi carta sigue sin respuesta
=mente, mi problema, sin solución.

Besos extraviados en fibra óptica,
abandono electrónico,
amor abreviado para el Chat,
tecnología q esclaviza y no libera,
el cyber espacio nos tiene atrapados.

Hay mil océanos por los q naufragar,
anuncios de llamativa nada,
enlaces q conducen a ninguna parte,
tanto vacío al alcance de la mano,
los demonios del plástico se reproducen.

Y entre toda esta nueva locura,
seguimos solos,
como hace mil años o incluso peor,
sumergidos en un mundo sarcástico
que asfixia y nos trata como un botín mercantil.

Eduardo Heilbron

martes, 9 de octubre de 2012

Andando


Andando

Quizás seamos una voz chiquitita
en un mundo de estruendos de neón.
Pero mientras tengamos silencio
para convidar,
mientras nos miremos a los
ojos,
mientras la vida nos
abrume,
mientras los muertos
nos conmuevan,
mientras los perros ladren,
nuestra voz se escuchará.
Sus conciencias sentirán
nuestra presencia,
seremos un humilde eco,
que quizás venga de algún afuera,
que es pequeño pero constante,
pero que con artesanal paciencia
convertirá el afuera en adentro,
y el rio  seguirá
su cauce,
y el tiempo seguirá
su paso,
y vendrán más primaveras
y el adentro
que antes era afuera,
crecerá hasta que perdamos
la noción de sus límites.
Es que todos los mares
serán desiertos algún día,
porque todos los desiertos
serán mares algún día.
Pero nosotros seguiremos
recitándonos, mirándonos
a los ojos,
festejando nuestra existencia.
Brindando por la esperanza.
A brindar por que se ha hecho poco.
A brindar por lo que aún nos queda por hacer.
A brindar

Eduardo Heilbron

jueves, 4 de octubre de 2012

Dijimos nunca mas


La democracia en tiempos de colera - por Anival Silvero


Ningún movimiento que atente contra el orden social es positivo. La protesta de las fuerzas de seguridad es el tema más acuciante de los últimos días. Bajo la bandera de un reclamo salarial Prefectura Naval Argentina y Gendarmería Nacional se manifestaron en distintos puntos del país, algunos efusivamente.
Y sucede una extraña paradoja. En otros gobiernos democráticos, ellos eran encargados de reprimir manifestaciones muy parecidas a las que pretenden llevar a cabo en estos momentos; y en gobiernos de facto, ellos eran la punta de cuchillo del siniestro plan de aniquilamiento y desaparición forzosa de miles de hombres y mujeres que habitaban el territorio nacional. Y en este último caso no eran tal vez ni más ni mejor pagados que ahora, a pesar de haberles endilgado, bajo presión vertical, a algunos de ellos, una de las más horribles órdenes que puede recibir una persona: torturar hasta la muerte a otro ser humano. Y quizás la sola idea del triste papel que les tocó jugar en épocas siniestras bastante recientes hizo que innumerables voces alzaran su preocupación sobre la manifestación de estos días. Sobre todo porque hay muchos grupos, y personas detrás de esos grupos, que acechan desde las tinieblas esperando ver tambalear a este gobierno. Algunos expresamente, otros silenciosamente, anhelan la caída de los K del poder. Cada uno es libre de pretender lo que quiere, el problema se da cuando para conseguir los objetivos propios se busca desdeñar el equilibrio constitucional que hay en el país. Eso sí es peligroso. Y no es una paranoia, solamente aseverar que la casualidad no existe, y no es casualidad esta protesta que se cierne sobre uno de los pocos gobiernos que defendió a mansalva los derechos humanos, y condenó a sus culpables, cuya inmensa mayoría pertenecían a las fuerzas de seguridad. No es casualidad tampoco los discursos de doble filo que apuntan a la desestabilización, que circulan en todos los estratos sociales y por muchos medios de difusión, porque fallan en el punto esencial, que es mantener a la señora Democracia como ama de casa de esta gran familia argentina. ¿Defender un salario justo?, sí por supuesto, siempre que eso no signifique la idea potencial de quebrantar la libertad que nos ha sido legado tras siglos de lucha de nuestros antepasados por la justicia, términos estos –libertad y justicia- que por estar bastardeados no dejan de tener valor en sí mismos.
Y es que lamentablemente el pueblo no posee un buen termómetro –la historia lo ha demostrado- y puede caer víctima de la cólera de quiénes sólo ven el vaso medio vacío y se quejan de todo y por todo, muchas veces sin medir la consecuencia. Y los miles de gendarmes y prefectos bienintencionados y de buen corazón pueden caer en la red que están tejiendo por detrás algunos siniestros enmascarados que este gobierno no los quiere como socios económicos ni políticos. ¿No nos gusta Cristina? Pues bien, no votemos más el modelo K, en 2015 castiguemos en las urnas los errores de los Kirchner. Pero hoy, ahora, en este momento, y permanentemente, defendamos la Democracia, que muchísimo trabajo nos costó a los argentinos. En nombre de los treinta mil, que así sea.
 Anibal Silvero. Escritor. Misiones (extraido  del diario digital: limite informativo (www.limiteinformativo.com) 

martes, 2 de octubre de 2012

La primavera


tú dices que te dice tierra
tú dices que te dice brotes
tan primavera
en los soles
a media noche
de mi invernada vuelvo
a destejer el sépalo del cáliz
y tu habla
vi llegar desde el fondo
el sentir de tanto aromo
tan duermevela
ventoso y hondo
aun adormilada
mi erección asustada
de la aurora abierta
tu habla
mis tics
reoír mis cuándos corporales
en tu fondo
hay un temblor de alondra que besa
donde hay otra tú
deletrearte tus gramáticas
tan girasoles
desnudarte a la alborada
y reescuchar tus dondes
tan cambiantes
tan rizoma

Pintura de Julio Romero de Torres, "La primavera". España. 1925
Autor (en duermevela): Juan Disante