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domingo, 14 de diciembre de 2014

Los abrazos y los Pajaros (luis Vilchez)

Los abrazos y los pájaros (Luis Vilchez)
…ahora se golpean las cosas con mis ojos
y ventanales de azufre registran la catástrofe…
ROBERTO SANTORO


Entorpece la tarde el ladrido de los perros. Tanto canto de pájaros no tiene precio para mí. Ellos vienen en bandadas de etéreos versos voladores y se abrazan a un árbol sin hojas, pretendiendo adornar la tarde que se duerme en este catorce de agosto de dos mil catorce, que espera tu abrazo de ave libre. Picoteando este poema sanador, ellos chirrían siempre al mismo horario. Pretendiéndome alegrar con sus miradas. Pero la espera es larga.
El árbol ríe. Lo sé porque recién me guiñó un ojo y me sonrió, como diciendo: “estamos vivos”. Con gestos únicos me expresa que esta tarde es tan solo de los dos. Yo, mujer. Él, árbol. Unidos los dos. Abrazados los dos. Y es cierto, yo no elegí este momento, pero siempre está, caída las seis de la tarde…
De repente son lo que son, están allí, inmensamente bellos. La muerte y la tristeza de este mundo en conmoción no tienen permiso para oscurecer la belleza de este coro inmensurable de pájaros que le cantan al silencio. A este silencio de vos y tu mirada. A este abrazo frágil que pesa en el cuerpo y estremece mi alma con la voz de los pájaros, esperando nuestro encuentro. Yo me abrazo a él. Yo lo amo. Árbol fuerte, que te he querido tanto.
De pronto “las flores tienen color de pajaritos”. Son como el dibujo o las palabras de un niño. Y también “los pajaritos son como el aroma de las flores”. Y el aroma de las flores y el color de los pajaritos, se conjugan a las ramas de los árboles. El manzano aguamelado, el durazno dormido, el damasco que canta y les da la bienvenida a las aves que (como todas las tardes) cantando a viva voz, se acomodan en la calvicie del ciruelo y se metamorfosean en bellas hojas de distintos colores. Para luego adueñarse del siempreverde que les servirá para dormir en la noche que se acerca. Tibios, como brasitas de sol, soñarán nuestros abrazos. Los pájaros saben más que nadie eso de esperar y de encontrar.
De golpe están allí: el zorzal gato”, “el llamador”, “gorriones”, “pito Juan”, el colibrí y la flor y otros pájaros que cantan y (vaya ignorancia) no sé sus nombres. Conozco como la palma de mi mano sus olores y colores. Intuyo sus orígenes y sus identidades. Por eso a uno lo llamo Juan, a otro Luis y al verdecito de pico chato y bien pelado lo llamé Enzo… son solo nombres que yo imagino... son solo abrazos postergados. A vos te llamo picaflor. Porque sé que te llamás así. Y que sos pájaro tierno. Pájaro vivo. Pájaro cantor. Pájaro que engendró mi niña y amamantó cinco horas. Y luego lo robaron los terratenientes de la muerte y el espanto. En esa oscura época del mundial setenta y ocho de los lobos.
Cuento algunos pájaros y son ciento catorce. Pero me faltan más. Quiero la casa llena de abrazos y encuentros con los pájaros. Ellos (los hermanos del olvido) no quieren que este verso se convierta en memoria. Pero este abrazo y este verso vuelan, van siempre abrazaditos de esperanza.
Cantando una bandada de palabras que están en la memoria, mi abrazo no se muere. Como agua de rocío esas aves nacen, picotean las verduras de la huerta, pero yo las dejo. No tengo más maní, ni pan que estas palabras que sobrevivieron del huerto de tus ojos, que algunos llamarán poema y que yo llamo amor, abrazo y pájaros.
www.luisvilchezpoeta.blogspot.com.ar

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