Empaquetadas,
van
en trueque desigual,
a
cambiar un poco de su vida
por
el pan del día.
Idiotizadas
con neón y circo,
inconscientes
de su fatal destino,
Creen
correr,
pero
están estancadas,
alienadas,
indolentes
en su marchito espíritu
bloqueado
obstruido
e incapaz,
de
la tan necesaria empatía,
llegan
ya cansadas al desorden,
al
terror diario,
a
la maldad de la que todos somos participes,
a
la podredumbre, al mal olor cómplice .
Entrando
al infierno de adoquín
se
preparan para rendirse
ante
el reloj, y las
oscuras
mentes que le dan
cuerda,
y
que procuran mantener calmado al ganado,
que
no gruña, ni ladre,
ni
muerda,
que
se crea la actuación,
y
que mañana se dirija,
otra
vez,
al
matadero rutinario,
donde
solo es máquina el corazón,
donde
el de al lado no importa demasiado,
donde
solo se camina a la
destrucción.
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