Cierro mis ojos e inhalo,
los gritos y la angustia se ahogan,
los pulmones enmoecidos se estiran nuevamente.
Los pájaros mueven violentamente mis tímpanos,
mi mente se clarifica lentamente.
La tormenta ya pasó, y las nubes se disipan,
y el sol anuncia el remaso.
Entones parto hacia la parada del colectivo
donde espero el barco cargado de rutina,
los azotes del reloj,
pero esta ves, el lugar huele a jazmín .
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