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viernes, 22 de abril de 2016

llueve sobre inundado

Mi joven espíritu observa azorado
como el barrio amanece inundado.
Me lamento
por aquellos que perdieron todo,
aunque ya no tenían nada,
los viejos olvidados,
la perra con cachorros abandonada
a su suerte,
a ser víctimas del monocultivo,
la usura, la burbuja inmobiliaria
pronta a estallar, la indiferencia,
igual de dura
hasta con los indiferentes,
al consumo que nos consume,
a la publicidad que nos inunda.
Mis brazos están cansados
de nadar sin ver tierra,
como las vaquitas están cansadas
de nacer sentenciadas.
Formamos parte,
aunque lo neguemos,
de la entronización del pesticida,
de la aceptación diaria del invernadero.
Somos culpables de las migraciones
de aves,
de la desaparición progresiva
de las prendas de lana,
de que se tapen los desagües.
Debemos pagar nuestra estadía,
debemos hacernos cargo de siglos de desidia.
Despertar.
El sentido común dijo:
“Nunca tendrás suficiente,
de lo que en realidad no necesitas”

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