Me arrepiento de no
haber seguido tu
estela
de perfume aquella
noche.
De no haber creído en
los impulsos
en los que alguna vez
creía
y que ahogaban
mis reproches.
De no haber encerrado
gritos impulsivos
ahora no estaría
al borde de estallar.
Por censurar veneno
que no libere al
papel,
hoy se opacan
mis ganas de brillar.
Por que me porte
sumiso
ante las normas de lo
moral,
limitado por los límites
de lo normal.
Arrepentido de no
haber vendido mi alma
cuando la oferta
era buena,
ahora debo cargar
con esto,
que muy pocos
quieren,
que nadie compra,
que vive en pena,
que impide redimirme.
En fin, solo me
arrepiento
de arrepentirme.
Eduardo Heilbron
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