La diferencia
no esta en nuestras
entrañas
por ellas crepitan
idénticos colores.
Son parecidas las
cicatrices
en el alma, las
marcas perpetradas
por amores.
Nuestro aliento en la
tribuna es uno solo,
nuestras lágrimas son
igual de
insignificantes
frente al mar
La desnudez del
nacimiento,
la fragilidad de la
vejez,
son iguales.
El dolor, el placer,
el llanto, el
sufrimiento,
son iguales,
la diferencia no está
en lo
que vemos, está, quizás,
en como lo mostramos,
nuestros deberes,
nuestros talentos,
la libertad bajo
nuestra piel.
La esencia de nuestros
sueños,
eso que esta más allá
de la ropa,
del nombre, de los
dogmas,
de los papeles
asignados por la sociedad,
son similares.
Si miramos las diferencias
debemos
obviar groseramente las
similitudes
simples, numerosas y
cotidianas.
Después de todo, no
somos tan distintos.
en memoria de Daniel Zamudio
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