Esas palabras que a
veces enarbolo,
a veces,
y que tanto les duele
a los
que perdieron su
inocencia,
a los que robaron y negociaron sin decencia.
Esos lápices que
nunca se olvidan,
nunca,
y que hoy escriben
nuevamente
para recordarnos que
debemos recordarlos
sostenerlos y
dejarnos sostener eternamente.
Los fusiles que
fusilan más que el plomo
más.
Que el terror no pudo
matar
y que molestan a
cualquier régimen
que no sepa
simplemente escuchar.
Las balas que tengo
retumban en sus oídos sordos.
Las balas que traigo
molestan en el ojo del gran hermano.
Las balas que tengo
no son nada en soledad.
Las balas que traigo
son inmortales en un grupo.
Por eso generan
temor,
por que encendieron
un fuego que
no se apagará
(nosotros mediante), nunca mas.
nunca mas.
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